Según lugareños de la comunidad de San Mateo, en el municipio de Valle de Bravo,Estado de México, sus abuelos o bisabuelos veían a las mariposas Monarca como unas palomillas que poseían el espíritu de sus familiares muertos, y que su llegada durante el otoño era la visita de éstos.
Ilse, una de las 59 guías en el santuario Piedra Herrada en Valle de Bravo, dijo que apenas unos 20 años atrás inició en esa zona el estudio de las Monarca, “comenzaron a llegar biólogos, y todos esos pero nosotros ya las conocíamos”, aseguró.
Uno de esos tantos especialistas que comenzaron a estudiar a este majestuoso insecto migrante es Francisco ‘Vico’ Gutiérrez, piloto de aviones ultraligeros originario de Valle de Bravo, quien en el 2005 acompañó a las mariposas en su travesía desde Canadá, hasta el Estado de México.
‘Vico’ viajó durante dos meses y medio, en el recorrido descubrió que el vuelo de las Monarca es muy similar al del ultraligero, pues aprovechan las corrientes de aire para ascender y alcanzan hasta 4 mil 500 pies de altura; al igual que ellas visitó más de 40 sitios donde hacían escalas y filmó más de 150 horas de video para realizar un documental. Su objetivo era concientizar y conseguir la inversión para proteger las reservas, dijo durante una entrevista en la Confederación Deportiva Mexicana, previo a que el presidente de ese entonces, Vicente Fox, le entregara el Premio Nacional del Deporte por su extraordinaria expedición.
Santuario Piedra Herrada
Si quisieras ponerte en los zapatos de ‘Vico’ puedes visitar el santuario Piedra Herrada, en Valle de Bravo. Debes caminar y escalar 3 kilómetros para ver a las mariposas dormir (hibernar), el trayecto te tomará hora y media si tienes buena condición física; además, cuando sale el Sol podrás ver el momento en el que despiertan y revolotean por todos lados.
Es importante que respetes el lugar, recuerda que les pertenece a ellas y nosotros somos los visitantes; no dejes restos de comida y/o basura, pues además de dañar el hábitat, afectas la propia cadena alimenticia ya que en el lugar hay cientos y cientos de plantas de algodoncillo (en color amarillo), su principal y único alimento.
Uno de los guías, un niño llamado Roberto, dijo que los pájaros ‘Pinzón’ y los ‘Calandria’ se comen el abdomen de las Monarca porque es ahí donde almacenan la grasa. Entonces imagina: si las mariposas llegan a comer algo inapropiado, de manera indirecta se afectaría también a las otras especies que dependen de ellas. En la reserva es normal ver decenas de ejemplares muertos sin abdomen, con las alas rotas o sólo con un ala (porque la pierden durante peleas).
Otro de los guías, un señor mayor responsable de evitar que los turistas toquen los oyameles donde duermen las Monarca, dijo que este año las mariposas cubrieron aproximadamente unas 3 hectáreas del bosque; uno puede constatar ese dato, pues en la carretera hacia Valle de Bravo, después de medio día y hasta las 5 de la tarde, es posible ver a miles de mariposas volando en todas direcciones a muy baja altura. Puedes detenerte, tomar video y fotos, y si tienes suerte, más de una mariposa se posará en tus hombros o cabeza.
En esta reserva trabajan 60 personas dedicadas a la venta de artesanías, alimentos, limpieza y organización; 59 guías desde adolescentes hasta personas de la tercera edad y 230 personas encargadas de los caballos que se usan para subir la montaña, para aquellos a quienes sus piernas los traicionan.
Sobre la naturaleza de las Monarca
La guía Ilse explicó que cuando las mariposas regresan al norte (Estados Unidos y/o Canadá) se pueden encontrar aún más ejemplares muertos en el suelo y aseguró que la gran mayoría de ellos son machos, pues se aparean con mínimo 3 hembras y eso los deja sin energía; es así que sólo las hembras emigran para depositar sus huevos, que en promedio son 300.
De esas nuevas mariposas, nacen otras generaciones y es la cuarta la que migra hacia México y alcanza a vivir hasta 8 meses. Ilse dijo que cuando hace calor en el norte las mariposas aprovechan para seguir reproduciéndose y llegan a tener hasta una quinta generación.
Fuente:
La Redacción Hablemos del Campo